domingo, mayo 28, 2006

 

-UROLOGÍA PUNTA-

Hoy en día las técnicas de la medicina protésica están alcanzando unos niveles que Ramón y Cajal no hubiese podido soñar ni chupando setas de colores.
En los estudios centrales de la emisora tenemos a Don Ramiro Quai, médico urólogo por la facultad de medicina y fundador del Laboratorio de Cirugía Implantativa Ortodoncial para el Desarrollo Funcional de la Impotencia Severa, con sede en el Pasaje Marcial Lafuente, nº 3. 5º-2ª , Canillejas, Madrid.

-Cuéntenos, Ramiro.

-Hola, buenas tardes. Me llamo Ramiro. Yo y otros estamos enfocando nuevos e imaginativos conceptos de cura hacia ese problema tan acuciante que es la impotencia sexual en varones.
Fijándonos en la evolución de los métodos llevados a cabo por nuestros colegas los dentistas, hemos decidido aplicar sus técnicas al mundo del pene.
Hace tan sólo unos siglos todo el mundo que perdía piezas dentales estaba condenado a comer sopas hasta la muerte, pues no estaban al alcance del hombre las técnicas de implante por tornillería cromo-vanadium que hoy tenemos.
En el año 1922 de nuestra era, el Doctor Flatoise de Berna intentó enyesar la boca de un paciente al que se le habían roto dos incisivos, creyendo que igual que eso iba bien para las fracturas de tibia, podría valer para la boca. Pero no tuvo éxito y el paciente se ahogó en pocos minutos.
Ahora vemos eso como una barbaridad, es cierto, mas, ¿cómo crece la ciencia sino a base de probar y probar cosas en los cuerpos de los demás.?
Bien, pues en nuestro laboratorio hemos hallado por fin la respuesta a la impotencia.




-Siga, Ramiro.

-Hola, buenas tardes. Decía que la impotencia se puede resolver implantándole al afectado una polla a tornillo, como las muelas.
Lo explicaré:
Se amputa el miembro con anestesia local. El propio paciente puede estar viendo la operación en un monitor de plasma y quedarse si quiere imágenes del proceso para colgarlas él en internet antes de que lo haga alguno de mis enfermeros.
Una vez que tenemos el preciado apéndice en la mano, en la base o cepa del troncho de la polla colocaremos un tornillo del calibre adecuado a la talla de hombría que tuviese el enfermo.
Lo soldaremos con láser de cirugía plástica y le ataremos por fuera una brida de teflón para evitar rechazos.
Luego en el lugar en que estuvo el pene instalaremos la tuerca apropiada para dicho tornillo y también la soldaremos; enmasillaremos las imperfecciones o fisuras que pudiere presentar la junta con silicona antimoho y enroscaremos la polla esperando que si nuestro trabajo ha sido fino, ésta se presente bien enfocada y céntrica, y no se quede apuntando al oeste por ejemplo, con la dificultad que eso supondría a la hora de follar.

Antes lo intentamos con arandelas y cilindros ajustados inspirándonos en los sistemas de empalmes de tuberías de pvc, pero el paciente en una sex-session muy lúbrica y fogosa, podía llegar a dejarse la polla en el culo de alguien. O como le ocurrió a nuestro primer ensayo, Félix S. J., de 45 años, que se acostó con una señora de circunstancias y cuando por la mañana se despertó en la habitación del motel, ella ya no estaba, su cartera ya no estaba, y su polla tampoco.
Resulta que la señorita se la debió llevar puesta sin darse ni cuenta, pues en una humilde pensión a pocos kms. de distancia, la vieja portera del edificio avisó a los municipales alarmada porque según ella en el desagüe de un bidé se había colado un tipo al que sólo le asomaba la punta del pijo.

Ya con los tornillos y tuercas esto no puede pasar a no ser que esté uno echando un polvo en un acelerador de partículas.
También hemos previsto que un hombre serio no puede ir todo el día marcando erección, teniendo en cuenta que este tipo de penes siempre van tiesos. (Imaginémoslo en misa o en la piscina.) Así que el señor, mientras evoluciona en sus quehaceres cotidianos, puede llevarla en el bolsillo, o en un estuche. (Un caso muy gracioso se dio en un carpintero, -ya que estos profesionales son para partirse- que gustaba de llevar la polla sobre la oreja.)



Y eso es a grandes rasgos lo que hemos conseguido en nuestro laboratorio. Ahora ser impotente ya no es algo vergonzante por lo que uno es un mierda que merece morir, sino que con el tiempo puede llegar a ser motivo de envidia para los demás e incluso una tabla de salvación para parejas en crisis.
Piensen que si el marido se hubiera de ausentar por unos días, la esposa dispondría de la posibilidad de quedarse el nabo en casa, con lo que tendría asegurado que ese cabrón no iba a ir de putas otra vez, y además se podría aliviar ella sola sin tener que soportar sus babeos.

-Bueno, pues ya saben, caballeros. Ser impotente es cool. Hasta aquí el programa de hoy. Buenas tardes.

-Buenas tardes. Me llamo Ramiro.

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