sábado, septiembre 30, 2006

 

--OFERTA--DOS POR UNO--

El género humano hierve de estímulos, conduce extrañas electricidades, cada cual es como una gota de agua que se junta a la manada para hacer fuente. Y como gota que distinguiéramos con un punto de bolígrafo, cuando es presionada en la tubería por el empuje feroz de mil gotas más en chorro, resultará imposible saber por qué agujero de la ducha nos va a salir.

(Inicio.)
Juan Fardo madruga un poco y sale con su bicicleta de montañeo como cada finde. Se sube los cerros con costumbre, esquiva los hoyos y las piedras de las bajadas que ya conoce, toma fuerzas
en los subidones y bebe un trago en los descansillos de la senda.
Todo como las demás veces.
(Continuará.)

A veces los astros se compinchan sin saberlo, y a unos cuantos planetas les da por jugar al tres en raya. Saturno tapa a Urano o Mercurio sombrea y asombra a Júpiter mientras la Luna le pega un balazo al sol convirtiéndolo en un donut de gasolina.
A veces las coincidencias se ponen cachondas como si en el caldito del espacio cósmico se hubiese vertido accidentalmente un potaje de caprichosas hormonas.


(Continúa.)
Juan Fardo se anima a sentir emociones en una bajada larga y guapa, le mete un pelín de riesgo y derrapa al final de ella en la curva que conecta al llano. Clava los frenos con todas sus fuerzas porque casi se está viendo en el suelo. Se libra por pericia del hostión, pero un azar, una conjunción astral decide que algún gilipollas haya tirado cristales en el camino. Algún tonto del nabo se comió el bocata, se bebió la pepsi, y rompió el botellín por puro idiota, o bien se le rompió sin querer, quién sabe, pero no recogió los cristales por eso, porque era idiota.
(Continuará.)

Las circunstancias casuales son a la postre causales. La personalidad, sobre todo si se tiene poca o boba, varía como un muñeco de plastilina cuando esas circunstancias son consideradas cual si fuesen de carácter mítico.

(Continúa.)
Juan Fardo pincha la rueda delantera al no poder sortear los vidrios. Se caga en la reputa madre y se apea mosqueado de la bici. Desmonta la cubierta y se lía al lío, pero cuando está en ello, ve con horror que la rueda de atrás también está perdiendo presión, que también está agujereada. Se queda mirando un momento al cielo intentando adivinar qué astros se la han jugado y luego vuelve con fastidio a observar esas longanizas negras que se han quedado sin aire, ese par de gomas asfixiadas que eran dos circunferencias hermosas, bien cerradas y prietas y ahora yacen sobre el camino como camisas muertas de serpiente. Él sólo tiene un recambio, un recambio y algunos parches.
(Continuará.)

La fuerza inapelable del entorno mete su mano firme en el culo del hombre como un ventrílocuo gobernador y ya nada hay que detenga la idiotez. Nada más imbécil que un imbécil con público.

(Continúa.)
A Juan Fardo se le han alineado los planetas, se le han dado las circunstancias. Entonces como por arte de encantamiento, aparece su prima Pili, aquella que no veía desde hace diez años, y se abrazan y se besan y se lloran de emoción.
Inmediatamente se esfuma la prima y surge de la nada un hermano del que no tenía ni la menor noticia, un hermano desconocido, un desliz que tuvo su padre con una muchacha cuando estuvo trabajando en Caracas a finales de los setenta.
Y se disuelve el medio-hermano.
Y de inmediato cae como del cielo su primera novia. Le dice que lo dejó porque su madre no consentía esa relación y que toda su vida ha estado pensando en él. Se echa en sus brazos y aúlla en un síncope de dolor. Juan por efecto simpático coge llantera y la abraza con fuerza. Ella, Rosarito, se desmaya y entran en escena dos chicos con auriculares para ayudarla y darle un vaso de agua.
Toda la acción se esfuma en un flash y desde detrás de unos matorrales, la voz de su mujer le dice que quiere decirle lo mucho que le agradece todos estos años de feliz matrimonio, que ya están olvidadas las doscientasmil broncas del pasado y que aunque ya sabe que él lo sabe, ella ha querido decirlo ahora delante de todo el mundo para que aquellos que no les conocen de nada lo sepan también. Y Juan Fardo se echa otra vez a llorar y le dice que sí, que ya lo sabía, que ya estaba todo hablado en casa muchas veces, que ha venido para decirle algo que estaba más que sobado y sabido, que no hacía falta que lo largara delante de todo cristo, que esas cosas pertenecen a la intimidad del hogar y no son para airearlas como un mantel en un tendedero, que la mierda se lava en casa y los trapos sucios de cada cual no han de salir de su propia lavadora.
Ella se asoma de los arbustos y corre hacia él pidiéndole perdón y besándolo con entregado fervor. Juan la perdona y en ese momento desde las nubes se precipita como granizo de agosto un chaparrón de aplausos que va a caer sobre la pareja envolviéndola en celofanes de oro y disparándola igual que un obús al corazón mismo del nirvana. La divina ascensión ha tenido lugar.
Luego, detrás del camino ya vacío, entre los árboles del fondo, se ve que estaban un amigo de la mili de Juan, un antiguo maestro suyo, un exsocio de cuando montaron la pequeña imprenta y la señora de la limpieza que tuvo empleada en su piso de estudiante, que no pudieron salir por falta de tiempo.
(Fin.)

Los astros. Las circunstancias. El entorno. El raciocinio. Los azares. Juan Fardo.
Qué le había pasado al pobre Juan. Qué suerte de maleficio se había obrado en ese instante de su vida.
Repasemos la jugada: Juan había pinchado dos ruedas y estaba con los neumáticos, el recambio y los parches allí, delante suyo. Ahí está el tema.
Que las personas son capaces de hacer las mayores gilipolleces cuando las pones delante de unas cámaras.


-GALERÍA DE IMÁGENES EN 3 D-
Imagen uno- El Parteneo griego. Lugar visitado por miles de turistas de todas las características y temperamentos. Así era de ventilado sin tabicar por dentro.
Imagen dos- La Leonarda Lisa de Miguel Angel y el Porón Pompeyo de Atenea.
Imagen tres- La Agrópolis. Extensión de terreno patrimonio de la humanidad dalmacia, cretense y gregoria. Oficialmente está en barbecho. El maiz es obra de los sembradores furtivos .
Imagen cuatro- El Coliseo de Roma. Perla del Imperio Romano. Las actuales técnicas de simulación por ordenador nos permiten perfectamente ver cómo sería si lo hubiesen acabado.

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