domingo, septiembre 24, 2006

 

--PODOLOGÍA DE LA MENTE--

Queridos niños, si permanecéis calladitos en vuestros pupitres, os contaré la sobrecogedora historia de una pareja de pies.


Habían una vez dos pies, el derecho y el izquierdo que llevaban muchos, muchos, muuuchos años juntos.
El derecho era dormilón, soso, inactivo y muermazo.
En cambio el otro tenía inquietudes, un fuero interno vitalista, y ganas de hacer cosas.
Y, claro, tenían que estar juntos como es de ley natural hasta que la muerte los separase.

Pero lo que estaba pasando es que el izquierdo, al estar emparejado con ese pedazo de aburrido, poco a poco se iba deprimendo más y más y más y poniendo triste muy triste.
Se decía,"Jo, jo, joooo, qué mala suerte he tenido. De tantos pies como hay en el mundo, y que me haya tocado precisamente el más vago de todos. Es buen pie, pero vaya peñazo."

Cada día le decía a su compañero "Venga cari, despierta, hombre, que nunca hacemos nada, venga ya , jo, jo, jooo. Me abuuuurro."

Y el derecho nada, se daba la vuelta y continuaba sobando sobre el cojín del sofán de dos plazas. ( También disponían de un sofán de tres y dos de una, a los que llamaban butacas. Muchos sofanes, en definitiva. Cosa que aún alimentaba más la pereza del pie modorro.)


Total, que el pie izquierdo estaba ya por una dolorosa ruptura drástica.
Pensaba en sus momentos de mayor desánimo en amputarse él o serrar a su par mientras durmiera, que era casi siempre.

Le decía, "Cari, jo, jo, jooo. Esto no puede seguir asín. Me melancolizo. Nunca hacemos nada. No lo soporto. Hemos de tomar una determinación o ya no respondo. Me quiero hasta morir y todo."
Y el otro le decía," Vale, duermo unas horas más y luego nos tiramos la tarde en la piscina."

Él se refería a una palangana grande azul que a veces llenaban de agua para relajarse con sales y geles de baño.
O sea que incluso cuando el pie manta se decidía a hacer algo, siempre era en plan tumbón y soporífero.

El pie izquierdo sufría.

El pie izquierdo, una mañana de domingo, desesperado y al límite, sabiendo ya lo que le esperaba, un tostón, arrastró al derecho, que ni se daba cuenta el hijoputa, hasta el horno y con el dedo gordo apretó el botón del gas, lloró y pensó en lo que podía haber sido y no fue, como dice la letra de un bonito blues de Syd Barret.


CHAN, CHAN, CHAN, CHAN, CHAAAAAN.....



Mas entonces, queridos niños, en el último instante, al pie izquierdo se le ocurrió una cosa que hasta entonces no habíalese ocurrido. Despertó al derecho y le dijo todo ilusionado:


"Oye, cari, ¿y si alquilamos un par de zapatos y nos damos un volteo.?"






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