domingo, enero 21, 2007

 

--CIUDADANO CANO--


Quiero hacer de ustedes mis testigos.
Quiero que se cumpla mi voluntad.
Que nadie entre mis herederos pueda decir que no lo dejé bien claro y público.
Como todo el mundo sabe soy un hombre que se forjó a sí mismo, que empezó de la nada y ha llegado a ser una de las mayores fortunas del mundo.
Soy el más grandioso exponente de la constancia, lucha y superación humanas.
Alguien que de chico repartidor de propaganda por los buzones, pasó con el esfuerzo de una vida, a fabricante de empresas dedicadas a la producción de industrias.

Y ahora, ya viejo, antes de ser alcanzado por la decrepitud mental, creo llegada la hora de hacer patentes mis últimas voluntades.

Procedo.
Yo, Don Alfredo José Cano Sender, mayor de edad y en plena posesión de mis facultades síquicas, en el día 24 del mes de Enero del año 2007, decido que:

Cuando muera de insuficiencia renal, cirrosis, parkinson, amigdalitis, necrosis cerebral y cáncer de pulmón, deseo que me incineren y después congelen mis cenizas.
Y así lo ordeno y mando por si en el futuro la ciencia encontrase el modo de curar tales enfermedades, y de remediar asimismo un grado tan extremo de quemaduras.
Dicho queda.
No hay más que hablar.

Fdo. A. J. Cano



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