domingo, mayo 13, 2007

 

--AMOR, BENDITO SEAS--

El amor, ese pájaro alado que mueve el motor del universo, ese halcón que trepa el aire hasta hacer cumbre y después se tira un picado a una velocidad de vértigo para abrazar la blanca paloma del corazón y desgarrarla, no podemos permitir que sea un valor a la baja. Luchemos por él aunque nos tilden de acentuarlo. Un sentimiento tan bello jamás puede ser cursi.

- ¿Me quieres, Adorfo? 

- No me llames Adorfo, llámame Bennardo.

- ¿Me quieres, Bennardo? 

- Sí, Malena. Tienes nombre de tango. 

- ¿Pero mucho? 

- No sé. Te quiero. 

- Pero ¿cuánto, cuánto? 

- Bueno, el amor no es mensurable, no es ciencia centimétrica o kilográmica, no mide, no pesa. Te amo. ¿No basta con eso? 

- No te me vayas por la colindante. Quiero saber cuánto me quieres tú a mí. 

- Más que a otras personas, Malena 

- No me llames Malena, llámame Madalena. 

- Oh, Madalena, tienes nombre de repostería. Si hicieras fotos podrías ser repostera gráfica. 

- ¿Más que a quienes? Concreta, Bennardo. 

- No me llames Bennardo, llámame Endrique. 

- ¿Más que a tu hermano o a tu padre? 

- Más que a mis parientes en general, Madalena. 

- Mejor, llámame Magda. 

- Magda, te quiero más que a todos mis compañeros de trabajo juntos. 

- Pues dime cosas bellas. Muéstrame tu amor sin fisuras. Rásgame el alma a verbazos. 

- En el arcado iris de tus ojos, contemplarse pueden innúmeros colores y en tus labios leer inlétreas palabras... 

- Bien, Endrique, bien. 

- ...Cuando estás a mi lado se me van las fuerzas. Me siento rendido y débil. 

- ¿Cómo de débil? 

- Mucho, Magda. 

- No me llames Magda, llámame Lena. 

- Mucha flojera, Lena. 

- Un ejemplo o algo, venga. 

- No tengo fuerzas cuando te tengo a mi vera ni para morder un donut. 

- Ole. Ese es mi Endrique. 

- No me llames Endrique, llámame Vístor. 

- Vístor, sigue, por dios, sigue continuando. 

- Sin ti, Lenita, vivo en penumbra, en sombra. No luce el sol si no estás tú. 

- ¿Oscuridad total? 

- Sí, mi amor. Cuando te me ausencias, me da menos el sol que a la barriga de un lagarto. Palidezco y me defenestro.

- Guala, cómo me estoy poniendo, Vístor. 

- Y yo, y yo, Lena mía. 

- No me llames Lena, llámame el jueves. 

- Estaré esperando. Contaré las horas. 

- Valor, Vístor, valor. 

- No me llames Vístor, llámame Grabié. 

- Grabié, qué dulce eres. 

- ¿Cómo de dulce? 

- Como la dieta de un hospital.

- Pues tú aún lo eres más, amada del alma. 

- ¿Ah, sí? - Sí, Lena, sí. Si te llamaras Nati serías mi pequeña Natilla. ¿Es eso bastante amor? 

- Ay, ay, ay, qué humedad, virgen santa... Y tú si te apellidaras Buesa, tendrías que llamarte Fran.

- Oh, amor, creo que deberíamos morir.

Sólo puede haber algo más grande que el sublime amor de una pareja: el especial para grupos.

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