miércoles, abril 18, 2012

 

--FUTURO LEJANO--



Capítulo segundo de una historia apasionante que te cagas y sin ilustraciones ni nada.


Año 2015.
Robert-127 se llamaba así en memoria del primer coche que tuvo su padre. En un principio se llamó Roberto Ruiz Monergareleño, con el segundo apellido obviamente inventado ya que nació sin madre.
Ahora tenía 45 años. Trabajaba en el almacén de una fábrica de componentes auxiliares para accesorios.
La comida escaseaba, los objetos escaseaban, y todo escaseaba excepto la escasez. Por eso a los trabajadores les pagaban un montón de pasta. Y cuando eran despedidos se la habían de devolver a la empresa.
Hacía bastante tiempo que el mundo básicamente se dedicaba a la investigación y desarrollo de la inteligencia artificial. Se ve que por fin un día la ciencia aceptó que la natural era una quimera.
La industria de la alimentación era lenta, mucho más que la agricultura tradicional o la antigua ganadería, pero ya no quedaban pastos por ninguna parte. Las últimas vacas perecieron cuando se les acabaron los campos de fútbol.
Ya no se practicaban deportes por el tema del ahorro energético: si uno se cansa y suda, necesita más cantidad de nutrientes. Todo gasto material debía reducirse al mínimo posible. Por ejemplo, se clonaban endivias y no lechugas o escarolas porque son más simples, lisas y fáciles de diseñar.
También se abandonó el cultivo de pollos o conejos por varias razones. Primero porque ello obligaba a generar algo con lo que alimentarlos. Segundo porque son organismos demasiado complejos comparados con un rábano o una seta. Y tercero porque los intentaron optimizar llenándolos de patas y en los ensayos salían tan feos que no se los quería comer nadie.
Al agotarse el petróleo, la principal fuente de energía era la solar. Las existencias de cualquier derivado fósil estaban agonizando.
Tanto el plástico como la goma se habían reciclado ya tal número de veces que quedaba muy poca cosa y de una calidad pésima. Por eso los transportes colectivos, trenes o autobuses sólo llevaban ruedas delanteras. En la parte de atrás iban provistos de una especie de esquís metálicos para facilitar el arrastre. El problema de los chirridos se solucionó mediante tapones individuales.
La fabricación de tejidos también era ya un serio contratiempo. Casi todos dependían de compuestos sintéticos, licras, nailons, poliésters... con lo cual se estaba experimentando en los laboratorios el cultivo de algodón sobre ovejas para crear un híbrido lanar que cubriese las necesidades y los genitales de la población.
En principio la idea era brilante: desarrollar un vegetal en la piel de unos mamíferos de modo que la parte verde de la planta les pudiese servir a su vez de alimento. Un círculo autoabasteciente. Provecho máximo-gasto mínimo. Y más si se tiene en cuenta que encima dan leche y que las peculiares heces de esos animales, debidamente secas y tostadas, suponen un magnífico sucedáneo del café.
Robert-127 a veces escuchaba viejos cd´s hasta que se quedaba dormido y dejaba de oírlos. Y aún conservaba un ordenador portátil, heredado también de su padre, que lucía sobre un mueble como elemento decorativo.
Su padre había muerto en extrañas circunstancias a la edad de 70 años cuando sólo le faltaban diez para jubilarse.
(continuará)

Comments:
Blas, qué texto más sugerente y divertido, ¿continuará de verdad? Mira que estaremos atentos...
 
Los hados de los dioses de las musas decidirán, amigo Luxin.
 
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