domingo, junio 24, 2012

 

--SALPICADURAS EXTERNAS--

Eran las siete menos treinta de la mañana. Raúl se despertó y echó una mirada a la cama: allá seguía Óscar, aún durmiente.
Había sido su noche de estreno. Todo salió bien, muy bien, mejor incluso que en los deseos.
Una sonrisa le incendió la cara. Estaba pletórico, exultante, con la minga pita. Abrió el balcón y salió a recibir el día. El sol empezaba a asomar por la colina.
Llenó su joven y poderoso pecho de aire fresco y gritó al mundo con todas su fuerzas.
Medio pueblo se removió bajo las sábanas al oír aquel largo y extraño alarido.

-EL CANTO DEL GAYER-
(Tom Foyerty)



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